Los
espíritus
que vuelven a Dios
y los espíritus
que van con el
Diablo
La
presente extensión tiene como objetivo, en general, analizar más aún la
diferencia existente entre los espíritus de los hijos de Dios y los espíritus de los hijos del Diablo. Y,
en particular, profundizar a
dónde van y qué hacen los
espíritus de los hijos de Dios y los espíritus de los hijos del Diablo, después
que mueren los respectivos cuerpos humanos en los cuales ellos
moraban.
Hipótesis
A los
únicos que NO les interesa HACER DIFERENCIA entre los espíritus de los hijos de Dios y los espíritus de los
hijos del Diablo son a los hijos del Diablo y también al mismo
Diablo.
Los espíritus que regresan a Dios después de que mueren los
cuerpos corruptibles donde ellos habitaban, son ÚNICAMENTE los espíritus de los hijos de Dios y no también los espíritus de los hijos del Diablo. Puesto que estos
espíritus inmundos al no haberse arrepentido de sus propios pecados que llevaron
a cabo mientras vivían dentro de sus propios cuerpos corruptibles y mortales no pueden ingresar al tercer cielo.
Aquel que crea y afirme que TODOS los
espíritus vuelven a Dios después
que sus cuerpos corruptibles se quedaron sin respiración no puede ser un hijo de
Dios, ya que ningún verdadero cristiano, quiere blasfemar contra los espíritus de los hijos de
Dios que ya se UNIERON, en vida, con el espíritu santo de Cristo (ver 1 Corintios
6:16,17 y Romanos 8:9). Porque ¿cómo es posible que los espíritus de los hijos del Diablo regresen a
Dios si esos espíritus no se unieron con el espíritu santo de Cristo? ¡ES
IMPOSIBLE!. Los espíritus de los hijos del Diablo después de dejar los
cuerpos donde ellos habitaban siguen despiertos, y ¡no descansan!. Por esta
razón es que esos espíritus ya son del Diablo, porque al no poder
entrar al tercer cielo es que dichos espíritus ya no le pertenecen
a Dios sino al Diablo.
Los
espíritus de los hijos del Diablo no pueden juntarse, en el tercer cielo, con los espíritus de los
hijos de Dios, ¡¡es incoherente y de lo más ilógico sostener una
doctrina tan absurda y perversa como esta!!: “No
se unan ustedes en un mismo yugo con los que no creen. Porque ¿qué tienen en
común la justicia y la injusticia? ¿O cómo puede la luz ser compañera de
la oscuridad?” (2 Corintios 6:14).
Y si
no estamos del todo convencidos, preguntémonos entonces: ¿Para qué Dios los va a
resucitar también a los hijos del Diablo si éstos ya están muertos? ¿Dios los va resucitar para que mueran de nuevo?
¡¡¡No tiene sentido ni asidero alguno sostener esto!!!. En cambio, si los espíritus de los hijos del
Diablo siguen despiertos después de que sus cuerpos murieron,
entonces sí que todo nuestro ser se llena de luz y de
entendimiento con la SABIDURÍA DEL
CIELO. Ahora sí que se comprende el motivo de la muerte
segunda en el lago de fuego y azufre: es para destruir a todos esos espíritus
que no entraron al tercer cielo, espíritus que continuaron despiertos después
que murieron sus cuerpos. Estos son los espíritus
inmundos y malignos (los
demonios) que desde que fallecieron sus cuerpos corruptibles
donde ellos moraban, pasaron a ser los ángeles de
Satanás o los espíritus inmundos del mismo Diablo que es lo
mismo.
Por lo consiguiente,
cuando despierten los espíritus de los hijos de
Dios que ahora están dormidos en el tercer cielo, éstos recibirán
los cuerpos incorruptibles e inmortales, para vivir por siempre. Mientras que los espíritus de los hijos del
Diablo que por ahora continúan despiertos, sin descanso, pasarán
a la segunda muerte, a “dormir” eternamente, en el lago de fuego y azufre. Pero
todo esto sucederá recién en el futuro, cuando Cristo venga en gloria, y no
antes.
Entonces...
¿Qué hacen y a dónde van
los espíritus de los hijos de Dios
y los espíritus de
los hijos del Diablo
cuando mueren los cuerpos corruptibles
donde
dichos espíritus moraban?
Estudiemos
y meditemos con suma cuidado la siguiente respuesta:
Cuando mueren los cuerpos,
de los hijos de Dios, sus
espíritus descansan y duermen en el tercer cielo.
Y cuando mueren los cuerpos de los hijos del Diablo, sus
espíritus no regresan a Dios, ¡no pueden ingresar al tercer cielo!, sino que continúan
despiertos, sin descanso.
Argumentación
Empecemos
con Mateo
9...
18 “Hablando él estas cosas a ellos, he aquí vino un principal, y le
adoraba, diciendo: Mi hija acaba de morir:
más ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.”
23 “Y
llegado Yahshua a casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y la
gente que hacía bullicio,”
24 “Díceles: Apartaos, que la
muchacha no es muerta,
más duerme.
Y se burlaban de él.”
Mateo 27...
52 “Y abriéronse los
sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido,
se levantaron;”
Marcos
5...
35 “Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo:
Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro? ”
39 “Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La
muchacha no es muerta, más duerme.”
Lucas 8...
49 “Estando aún
él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga a decirle: Tu hija es muerta, no des trabajo al
Maestro.”
52 “Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No
lloréis; no es muerta, sino que duerme.”
53 “Y hacían burla
de él, sabiendo que estaba muerta.”
54 “Más él,
tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.”
55
“Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mando que le diesen
de comer.”
¿La
niña de la que trata Mateo 9:18-24 y sus correlativos o
paralelos en Marcos 5:35,39 y Lucas 8:49-55, estaba muerta o dormida?.
Lo que estaba muerta de la niña era su
cuerpo, pues
al no
respirar ya no tenía más aliento de vida, ya que
el espíritu del hombre es el que genera el aliento de vida y cuando el espíritu
del hombre ya no está dentro del cuerpo es cuando éste deja de respirar
(Santiago 2:26). Ahora bien, lo que estaba dormida de la niña fue su espíritu, ya que los
espíritus de
los hijos de Dios no
mueren,
sino que duermen.
Fíjese
bien, estimado lector, que todos los seres humanos que Cristo resucitó siempre
fueron hijos de Dios (Romanos
8:16) y
nunca hijos del Diablo (Mateo
27:52). Entonces surge la pregunta: ¿Por
qué será que Cristo no resucitó a ningún cuerpo muerto de ningún
impío?, porque los espíritus de éstos al no estar dormidos, ni en el tercer cielo ni
en ningún otro lado (Mateo
12:43), es que no pueden ser despertados. Y mire
Ud. la analogía que existe en este tema, porque todos los espíritus que
expulsaba el Mesías fueron siempre espíritus inmundos o demonios, que estaban despiertos dentro de los cuerpos
humanos con aliento de vida (Mateo
8:28)..
Ahora bien, ¿cuál es el origen de estos espíritus inmundos o demonios?:
Los
espíritus que no se unieron, en vida, con el espíritu santo de
Cristo, son los
espíritus inmundos o demonios, estos
son ¡los
espíritus de los hijos del Diablo!. Y como estos espíritus no se
arrepintieron de sus propios pecados cuando habitaron dentro de su primera morada, es decir dentro del primer cuerpo humano donde primero ellos se hallaban (Eclesiastés
12:7), es que
resulta que dichos espíritus al separarse de sus respectivos cuerpos (Eclesiastés
12:6) no pudieron acceder al
tercer cielo. Por
esta razón es que buscan descanso dentro de los cuerpos humanos que tienen vida
y que no se arrepienten de sus pecados.
Un
espíritu no arrepentido de sus pecados cometidos queda recién encarcelado
¡en sus propios pecados! cuando muere su propio cuerpo donde él habitaba
primero. Por lo tanto, todo espíritu como éste que no fue santificado dentro de
su primera morada, no puede ingresar al tercer cielo para dormir y descansar en
paz. En
cambio, los espíritus de los hijos de
Dios sí vuelven a Dios (ver
Mateo 27:50), cuando
sus respectivos cuerpos humanos se quedan sin respiración,
es decir sin aliento
de vida.
Continuemos
con el pasaje de Lucas 8:55: si el espíritu de
la niña volvió
quiere decir que la muchacha antes de morir tenía un espíritu que era propio de
esa muchacha y no el hálito de vida que ella comenzó a ejercer, por sí
sola, cuando nació del vientre materno. Y si el espíritu de
esta niña volvió
quiere decir que primero se fue, y ¿a dónde es que se fue?, al tercer cielo,
donde los espíritus de los hijos de Dios descansan y duermen hasta el día de la resurrección. Por eso es que Cristo
predicó que la niña no
es muerta, sino que duerme, y aquí
no hay contradicción, porque si
la niña se levantó luego (verso 55) quiere decir que es porque su espíritu regresó primero y no porque el aliento de vida fue el
que volvió. Véase bien y téngase en cuenta que lo que se lee es el artículo su y no el
artículo el.
Ahora
bien, como el espíritu de la muchacha es un
espíritu de un hijo de Dios es que
el Maestro lo califica a dicho
espíritu como un espíritu que está dormido, porque
en realidad se encuentra dormido. Y ¿dónde es que duerme?, en el tercer cielo,
por supuesto. Esta doctrina entra en total y perfecta concordancia con todos los
pasajes bíblicos de las Escrituras, y no se contradice para nada con ningún
versículo, tampoco con el siguiente:
Daniel 12...
2 “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados,
unos para vida eterna y, otros para vergüenza y confusión
perpetua.”
Aquí,
Daniel, se refiere a los cuerpos de los hijos de Dios y también a los cuerpos de
los hijos del Diablo, ya que todos los cuerpos corruptibles están muertos o
dormidos en el polvo de la tierra.
Para
Daniel,
la palabra mueren
y duermen funcionan como sinónimos y es válida tal sinonimia pero siempre y cuando se
refiera solo a los
cuerpos.
Fíjese bien Ud., mi estimado lector, que para
Cristo,
la palabra morir
y dormir no funcionan
como sinónimos, y ¿por qué? porque para el
Mesías, los que duermen son los espíritus de los hijos de
Dios y los que están muertos son
los cuerpos que se encuentran en
los sepulcros.
Y no hay contradicción entre
lo expresado por el profeta Daniel y lo enseñado por el Señor Yahshua, ¡es más!,
¡¡se complementan uno al otro!!. Porque Daniel habla, tanto de los hijos de Dios como de los hijos del Diablo, ya que todos los cuerpos
humanos que por ahora duermen o están muertos en los sepulcros,
¡serán despertados o resucitados!. Mientras que Cristo
hace referencia solo a los espíritus
de los hijos de Dios, los cuales están dormidos desde que sus cuerpos murieron.
Prestar de vuelta atención a la
prédica de Cristo, respecto a los términos dormir y despertar, porque siempre el Señor los aplica,
únicamente, a los espíritus de
los hijos de Dios y nunca a los espíritus de los hijos del
Diablo. No así el profeta Daniel, quien
usa la terminología dormir y
despertar solo para los
cuerpos que están en los sepulcros, ya sean de los hijos de Dios o
bien de los hijos del Diablo.
En conclusión:
El Señor Yahshua, se refiere exclusivamente a los espíritus
de los hijos de Dios. Éstos son los que al
morir sus cuerpos donde habitaban pasan a
dormir y a descansar en el tercer cielo
hasta que sean despertados. Situación totalmente diferente, a los espíritus de los hijos del Diablo quienes continúan despiertos, buscando
descanso.
El
profeta Daniel, se refiere solo a los cuerpos corruptibles que ya
murieron y no a los espíritus que habitaron en dichos cuerpos. Y ¿por qué Daniel no dice nada sobre los
espíritus? porque no todos los espíritus están dormidos, aquellos que son de
Dios sí lo están pero los otros espíritus que son del Diablo están permanentemente despiertos sin descanso.
En
cuanto a la palabra muchos que
emplea el profeta Daniel se debe a que
el autor hace alusión solamente a los
cuerpos que despertarán en la segunda resurrección,
que serán muchos, es decir, la mayoría. En tanto que los demás cuerpos que
despierten en la primera resurrección serán pocos, es decir, la
minoría.
Por
lo tanto, los que sí son inmortales son los espíritus de los verdaderos hijos de
Dios, ya que cuando mueren las
almas de
éstos, sus cuerpos van a los sepulcros, debajo de la tierra (Hades o
Sheol), mientras que sus espíritus duermen y descansan en el tercer cielo (2 Corintios 12:2-4). En cambio los espíritus de los hijos del Diablo, al no poder ingresar en
el tercer cielo, se quedan en el infierno (2 Pedro 2:4), por sitios
desiertos, buscando descanso, sin conseguirlo,(Mateo 12:43).
Mateo
12...
43 “Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre,
anda por lugares secos buscando reposo, y no lo encuentra.”
44
“Entonces
dice: "Volveré a mi casa de donde salí." Cuando regresa, la halla desocupada,
barrida y adornada.”
45 “Entonces va y trae consigo otros siete
espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de
aquel hombre llega a ser peor que el primero. Así también sucederá a esta
perversa generación.”
Repasemos lo que se
lee en Eclesiastés 9…
5: “los que
viven saben que han de morir; pero los muertos no saben nada, ni
tienen más recompensa, pues la memoria de ellos es puesta en el
olvido”
6: “También han desaparecido su amor, su odio y su envidia. Ya no tienen parte
en este mundo, en todo lo que se hace debajo del sol.”
10: “Todo lo que te venga a
la mano para hacer, hazlo con empeño. Porque en el Sheol, a donde
vas, no hay obras, ni cuentas, ni conocimiento, ni
sabiduría.”
Pero como en
el Sheol (en el sepulcro) ya “no hay más obras, ni
cuentas, ni conocimiento, ni sabiduría” (verso 10), es que todos los espíritus de
los santos muertos, por ahora, están
dormidos de la manera que se nos enseña en Eclesiastés 9:5, 6 y 10. En
otras palabras, dichos espíritus, por ahora, no están despiertos en ningún lugar,
pero sí despertarán y volverán a vivir cuando reciban, en el
futuro, un cuerpo glorioso,
incorruptible e inmortal (ver 1Tesalonicenses 4:15-17, 1Corintios 15:44, Filipenses 3:20-21).
Retomemos
el concepto de lo que es el alma:
Todo ser humano (persona)
tiene un
espíritu y un
cuerpo; y
mientras éstos dos estén unidos la
vida (el alma) de dicha persona se mantiene, pero
desde que el espíritu del hombre se separa de su propio cuerpo, la
vida de éste cesa, es lo que se conoce como muerte primera.
Comparemos
a continuación dos versículos que son claves:
Génesis 2...
7
“Entonces Yahwéh Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su
nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
1
Corintios 15...
45 “Así también está escrito: Fue hecho el primer
hombre Adán alma viviente;
el postrer Adán, espíritu vivificante.”
Según lo anterior
"ser viviente"
equivale a "alma viviente",
y si omitimos la palabra "viviente"
por estar en ambas expresiones, entonces, la palabra alma en la Biblia, es posible sustituirla por un sinónimo "ser"
y la frase no pierde su sentido, inclusive en muchos casos se entiende mejor. De
modo que el término alma tiene un crucial significado que consiste en la unión del cuerpo y del espíritu,
y desde esta perspectiva hablar del alma,
del ser o de la persona,
es usar sinónimos.
Pasemos ahora a las definiciones, tanto en
hebreo como en
griego:
El cuerpo (en
hebreo basar;
y en
griego soma)
se define como la parte
material de la persona (parte visible y palpable), también llamada polvo como nos lo enseña Eclesiastés 12:7.
El espíritu (en
hebreo rúaj;
y en
griego pnéuma),
se define como la
parte no material de la persona (parte invisible, no palpable), es decir, la esencia del hombre.
El alma (en
hebreo nefesh;
y en
griego psuje),
se
refiere siempre a la unión del cuerpo con el espíritu.
Y el alma,
en muchas ocasiones está tan ligada a la persona,
que se la emplea como sinónimo, vale decir, alma y persona son definitivamente de igual significado (ver Levítico 4:2; Hechos
7:14 y Romanos 13:1).
Entonces cabe preguntarnos:
¿Quién se salva o quién se condena, el alma o el espíritu?
Y es el espíritu el que se salva (ver 1 Corintios 5:5) o el que se condena. Otro ejemplo
es el caso de Esteban, quien le pide al Señor Yahshua que él le reciba su
espíritu (Hechos
7:59),
y ¿para qué Esteban quiere que el Mesías le reciba su espíritu? para que el
espíritu de Esteban sea salvo. Pero el mejor testimonio lo tenemos con el mismo
Señor Yahshua quien encomienda su propio espíritu a Dios Padre Yahwéh, instantes antes de morir en el madero (Lucas
23:46). Por lo tanto es el espíritu el que entra
al tercer cielo para ser salvo, y no el alma, puesto que
ésta desaparece, o deja de ser, cuando el cuerpo se separa del espíritu.
Sigamos
adelante:
Cada
vez que muere un ser humano, es su cuerpo el que se corrompe y no su espíritu. Y
como ese espíritu no se
corrompe es que sí puede manifestarse en
voluntad nuevamente, siempre y cuando este espíritu sea inmundo.
Y ¿cómo se manifiesta? uniéndose a otro
espíritu inmundo que habite dentro de un cuerpo humano con vida,
pero no en los cuerpos de animales que respiran.
“Cuando los demonios suplicaron al Maestro: ¨si nos
expulsas, mándanos a esa manada de cerdos¨ Yahshua les dijo: ¨Vayan¨” (Mateo 8:31) “Salieron, pues, y se
metieron en los cerdos. Y sucedió que de repente toda la manada se lanzó al mar
desde lo alto del acantilado y perecieron en las aguas” (Mateo
8:32) Y ¿por qué los cerdos no soportaron a esos espíritus inmundos o
demonios? por la sencilla razón que ni los
cerdos ni ninguno de los otros animales poseen un espíritu con el cual puedan
unirse a los espíritus de los hijos del Diablo.
Veamos
ahora Efesios 5...
14 “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los
muertos, y te alumbrará Cristo.”
También a 1 Tesalonicenses
4...
13 “Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, que no os
entristezcáis como los otros que no tienen
esperanza.”
Y ¿quiénes son los que duermen y quienes son los que no tienen esperanza?, pues la
respuesta es por demás sencilla:
Los
que duermen son los espíritus de los hijos de Dios y los
que no tienen esperanza son los espíritus de los hijos del Diablo.
Pero
habrá hijos de Dios que no dormirán, en el tercer cielo, y éstos serán los espíritus cuyos cuerpos no irán al sepulcro,
sino que serán transformados:
1
Corintios 15...
51
“He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos,
más todos seremos transformados.”
Pasemos
a analizar Juan 11...
11 “Dicho esto, díceles después: Lázaro
nuestro amigo duerme; más voy a
despertarle del sueño.”
12 “Dijeron entonces sus discípulos:
Señor, si duerme, salvo
estará. ”
13 “Más esto decía Yahshua de la muerte de él: y ellos pensaron que hablaba del
reposar del sueño.”
14 “Entonces, pues, Yahshua les dijo
claramente: Lázaro es muerto; ”
Aquí, el Señor Yahshua primero dice que Lázaro duerme (Juan 11:11) y después dice que
Lázaro está muerto (Juan
11:14)... Y ¿cómo se concibe esto? al final ¿Lázaro estaba dormido o estaba muerto?, la explicación es la siguiente:
Cuando el Maestro dijo que Lázaro estaba dormido se refería a que el espíritu de Lázaro era el que dormía, en el tercer cielo, y cuando dijo
después que Lázaro estaba muerto se refería a que el cuerpo de Lázaro era
el que se encontraba muerto, en el
sepulcro. Como Lázaro fue un hijo de
Dios es que su espíritu pudo
ingresar al tercer cielo, al igual que el espíritu de la niña muerta (Lucas
8:55) como así también el espíritu del ladrón arrepentido que fue colgado en
el madero (Lucas 23:42), al lado de Cristo.
Pasemos
ahora a los versículos de más controvertida interpretación, de los cuales
han surgido tantas religiones...
Lucas 23...
42
“Y
decía: «Yahshua, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»”
43
“Yahshua
le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el
Paraíso.»” (Biblia de Jerusalén)
46 “Entonces
Yahshua, clamando a gran voz, dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu.» Y habiendo dicho esto, expiró.” (La
Santa Biblia Reina-Valera, 1960)
El
versículo 43 de Lucas 23, en
griego, dice así:
και [y] ειπεν [dijo] αυτω [a él] ο ιησους [YAHSHUA] αµην [de
cierto] λεγω [te
digo] σοι [a ti] σηµερον [hoy] µετ εµου [conmigo] εση εν [estarás
en] τω [el] παραδεισω [paraíso]
Y
como en
griego no existen las comas ni los dos puntos es que la interpretación resulta
controvertida si analizamos dicho versículo con puntos y comas. Por lo tanto,
vamos a escudriñar este pasaje tomando la siguiente traducción que es la
verdadera:
«de cierto te digo a ti hoy conmigo estarás en el Paraíso».
Cuando el Mesías le prometió al ladrón arrepentido (hijo de Dios) que estaría con él en el paraíso (Lucas 23:43), el
Maestro se refería a que el
espíritu de ese ladrón
convertido estaría, ese mismo día, con el espíritu de él, de Cristo, en el tercer cielo. Porque cuando los hijos de Dios mueren, aquí en
la tierra, sus espíritus van al tercer cielo (Lucas 23:43),
mientras que no sucede lo mismo con los espíritus de
los impíos (hijos del Diablo), ya que los espíritus de estos hombres, al ser impuros, no pueden ingresar
al tercer cielo.
Ahora bien, si nos ayudamos con otros versículos, veremos
que lo que parecía difícil ya deja de serlo.
Analicemos,
primero, la palabra Paraíso...
2 Corintios
12...
2 “Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si
en el cuerpo, no lo se; si fuera del cuerpo, no lo se: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.”
3
“Y
conozco tal hombre, (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo se: Dios lo
sabe,)”
4
“Que fue arrebatado al Paraíso, donde
oyó palabras secretas que el hombre no puede decir. ”
De
estos versículos se extrae que Pablo fue arrebatado hasta el tercer cielo (2 Corintios 12:2), más precisamente al Paraíso (2 Corintios 12:4). Aquí, el
apóstol confiesa que él no sabe si su espíritu fue arrebatado dentro de su cuerpo o
fuera de su cuerpo (2 Corintios 12:3), de modo que existe una duda sobre
si fue arrebatado también su
cuerpo. Pero no existe ninguna duda que el
espíritu del apóstol Pablo fue arrebatado hasta el tercer
cielo (2 Corintios 12:2) donde se encuentra el Paraíso (2 Corintios
12:4).
Si el espíritu del apóstol Pablo pudo ir, en vida, hasta el tercer
cielo (2 Corintios 12:2), más precisamente al Paraíso (2 Corintios 12:4), con más
razón cuando mueren los hijos de
Dios, sus espíritus son también llevados al Paraíso (2 Corintios 12:4).
Es
totalmente IMPOSIBLE que el espíritu del ladrón
arrepentido no haya sido llevado también al paraíso, ese mismo
día, después que dicho ladrón expiró. Existen fundamentos bíblicos
que son por demás contundentes para afirmar que así es:
Porque fue Cristo
quien le dijo al mismo ladrón: «de
cierto te digo a ti hoy conmigo estarás en el Paraíso» (Lucas 23:43).
Aquí, el señor Yahshua pronunció la palabra hoy, porque para ese mismo día de su muerte
tanto el espíritu del ladrón arrepentido como el espíritu de Cristo estarían
juntos en el Paraíso. El Mesías
entregó su espíritu a Dios Padre (Lucas 23:46) al igual que el ladrón
arrepentido (Eclesiastés 12:7), y como Yahwéh se encuentra en medio del Paraíso (Revelaciones
2:7), en el tercer cielo (2 Corintios 12:2), es que ¡todo cierra perfecto!.
El Mesías
encomendó su espíritu a Dios Padre y lo hizo para ese mismo día, el día de su
muerte, y no para después de los tres días y las tres noches que es cuando
Cristo resucita. Así es que el espíritu del ladrón arrepentido fue recibido por
Dios Padre Yahwéh, también ese mismo día, ya que tanto el Señor Yahshua como el
ladrón arrepentido murieron el mismo día. Téngase en cuenta que Cristo pronuncia
la palabra encomiendo en tiempo presente,
porque es inmediatamente después de morir cuando el espíritu del Hijo de Dios
vuelve a Yahwéh. Por lo tanto, cuando el Señor Yahshua le promete al ladrón
arrepentido que estará con él en el Paraíso (Lucas 23:42) se refiere a que el espíritu
de ese ladrón ingresaría también ese mismo día al Paraíso, que es el lugar celestial en el
cual Dios Padre recibe a todos los espíritus de sus hijos (Eclesiastés
12:7).
Las
palabras pronunciadas por el Mesías cuando se dirige al ladrón arrepentido,
entran en perfecta concordancia y armonía con las otras palabras también
expresadas por Cristo a Dios Padre Yahwéh, PADRE DE LOS ESPÍRITUS.
Comprobemos que lo que afirmo es cierto:
«hoy
conmigo estarás en el Paraíso» (Lucas 23:43).
«Padre,
en tus manos encomiendo mi
espíritu.» (Lucas
23:46)
Porque si Cristo dijo encomiendo mi
espíritu,
es incuestionable que es para ese mismo día. Quiere decir entonces que el
espíritu de Cristo estuvo dormido, en el tercer cielo, por tres días y tres
noches.
Pasemos ahora al otro versículo:
Si Cristo le dijo al ladrón
arrepentido: «hoy conmigo estarás en el Paraíso» es
IMPOSIBLE que Cristo se haya referido al tiempo futuro, ya que el adverbio hoy que acompaña a la palabra conmigo denota que fue en tiempo presente y no para un tiempo futuro. Dicho en otras
palabras, Cristo usó el adverbio hoy solo para significar que en ese mismo día de su muerte tanto el espíritu del
ladrón arrepentido como su propio espíritu iban a ser llevados al
paraíso, para dormir y descansar hasta el día en que sus respectivos cuerpos, ya transformados,
vuelvan a respirar.
Tomemos ahora la otra interpretación que es falsa y
errónea a más no poder, es la que aparece con los dos puntos y se lee así, con
un sentido y un significado totalmente retorcido: «de
cierto te digo a ti hoy: conmigo estarás en el Paraíso».
En este caso, si el mensaje del Mesías habría sido para que el ladrón
arrepentido supiera que en un tiempo futuro recién estaría junto a él, es decir
a Cristo, entonces, ¡qué incongruentes hubiesen sido las palabras pronunciadas
por el Hijo de Dios!, puesto que él le habló a su Padre para entregarle su
propio espíritu inmediatamente después de morir: "en
tus manos encomiendo mi espíritu".
Sin embargo cuando se dirigió al ladrón arrepentido le estaría
diciendo a éste ladrón convertido y también a nosotros, sus hijos, ¡¡¡que
los espíritus de los fallecidos no ingresan al tercer
cielo inmediatamente después de morir!!! ¡¡Lo
estaríamos haciendo pasar a Cristo por mentiroso ya que en Eclesiastés 12:7 se nos enseña perfectamente que los
espíritus de los hijos de Dios vuelven a Dios porque él fue quien los
dio.
Por lo consiguiente, como el Mesías es el Señor de la VERDAD y no de la mentira,
es que resulta, que el
espíritu de Cristo sí ingresó
al tercer cielo inmediatamente después de
morir, y
por lo tanto también entró el espíritu del ladrón arrepentido. ¡¡¡Es
por demás absurdo y contradictorio que el
espíritu de Cristo sí vuelva a Dios porque él fue quien se lo dio (Eclesiastés
12:7)
y que con los
espíritus de los cristianos no suceda lo mismo!!!. Si
los espíritus de los verdaderos cristianos no vuelven a Dios
inmediatamente después de que sus cuerpos dejan de respirar, ¿cómo se entiende
entonces que el espíritu de Cristo sí haya regresado con su Padre
Celestial y que nosotros, que también somos sus hijos, no nos
reciba nuestros espíritus?.
Además, nadie que habla con la sabiduría del cielo puede expresarse así: "En verdad te
digo hoy:" y ¡menos Cristo, el Hijo de Dios!. Es totalmente redundante
agregar el término “hoy” cuando es precedida por la
frase “te digo”, ya que “te digo” implica
terminantemente que se refiere al tiempo presente, al ahora, razón por la cual
no es necesario agregar el adverbio “hoy”. Repito: es por
demás redundante y hasta de ¡ignorante también!, hablar de
este modo, es como aquel que dice “¡subo para arriba!”. Y como
para mí, Cristo no fue jamás ¡ningún ignorante!, en nada, tampoco en su hablar, es que resulta
inaceptable pretender que la palabra “hoy” pronunciada por el Mesías, haya
sido por una simple redundancia en lugar de haber sido por otra causa más
valedera y justificada.
Hechos
7...
59 “Y
apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Yahshua, recibe mi
espíritu.”
Aquí,
Esteban le pide al Señor que reciba su
espíritu,
por lo tanto el espíritu de Esteban también fue llevado al
paraíso, al igual que el espíritu del ladrón arrepentido, entre tantos otros hijos
de Dios.
Pero esto, no implica que la resurrección de los cuerpos sea inmediatamente
después de entregar el espíritu a Dios Padre Yahwéh, ¡no!, ya que ni el propio cuerpo de Cristo resucitó en enseguida después de morir.
Solo el espíritu de Cristo, después de esos tres días y de esas tres noches que estuvo dormido volvió a despertarse,
pero con un cuerpo totalmente distinto que ya no puede morir más, pero ningún
otro espíritu recibió aún el cuerpo
glorioso semejante al de Cristo.
Porque el espíritu de éste ladrón sigue dormido aún, descansando en paz, hasta que llegue el día del juicio de la resurrección de los justos. Y
esto sucederá recién en el futuro, cuando Cristo venga en gloria, para despertar a los
espíritus de los hijos
de Dios que por ahora están inmersos en un profundo sueño, allá, en el tercer
cielo.
Pasemos ahora a Eclesiastés 12...
6 “Antes que la cadena de
plata se quiebre, y se rompa el cuenco
de oro, y el cántaro se quiebre junto á la fuente, y la rueda sea rota sobre el
pozo;”
Lucas 23...
46 “Entonces Yahshua, clamando a
gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu. Y habiendo dicho
esto, expiró.”
¿Y
qué es lo que expiró después
“que
la cadena de plata se quebró”?, lo que expiró o
murió fue el cuerpo de Cristo y no su espíritu, ya que éste fue
encomendado (entregado) a Dios Padre para que duerma y descanse. Además, como “el espíritu es el que
da vida, la carne no sirve de
nada” (Juan 6:63), ¿cómo puede entonces morir el espíritu? ¡no puede!, porque si
el espíritu muriese, entonces, ¿quién le da vida al
cuerpo o a la carne que no sirve de nada?.
Juan
20...
17 “No
me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis
hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro
Dios”.
Aquí, es cuando el Señor Yahshua le dice a María
Magdalena que él subirá al Padre, pero no es lo mismo que cuando Cristo murió,
ya que cuando Cristo murió subió
al Padre solo
en espíritu,
mientras que una vez resucitado el Mesías subió al Padre en
cuerpo y en espíritu. No
confundir el primer ascenso de Cristo, que fue solo en espíritu,
con el segundo ascenso, que fue en
cuerpo glorioso y en espíritu.
Vayamos
a Juan 5...
28 “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora,
cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;”
29 “Y los que hicieron bien, saldrán a
resurrección de vida; más los que hicieron mal, a resurrección de
condenación.”
Hechos 24...
15 “Teniendo esperanza en
Dios que ha de haber resurrección de los muertos,
así de justos como de injustos, la cual también ellos
esperan.”
Romanos 6...
23 “Porque la paga del pecado
es muerte:
más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Yahshua Señor
nuestro.”
Mateo 24...
28 “Porque donde quiera que
estuviere el cuerpo
muerto,
allí se juntarán las águilas.”
Romanos 4...
19 “Y no
se enflaqueció en la fe, ni consideró su cuerpo
ya muerto (siendo ya de casi cien años,) ni la matriz muerta de
Sara;”
Romanos 6...
12 “No reine, pues, el pecado en
vuestro cuerpo
mortal,
para que le obedezcáis en sus concupiscencias;”
Romanos
8...
10
“Pero si Cristo vive en vosotros, vuestros
cuerpos ciertamente están
muertos a causa del pecado, pero vuestros espíritus viven para hacer lo que es bueno y
justo.”
Romanos 8...
11 “Y si el espíritu de aquel que levantó de los muertos a Yahshsua mora en vosotros, el que
levantó a Cristo Yahshua de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su espíritu que mora en vosotros.”
1 Corintios 15...
45 “Así
también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán en ánima viviente; el
postrer Adán en espíritu vivificante.”
2
Corintios 3...
6 “El cual asimismo nos hizo ministros suficientes
de un nuevo pacto: no de la letra, más del espíritu; porque la letra mata, más
el espíritu vivifica.”
2
Corintios 4...
10 “Llevando siempre por todas partes la
muerte de Yahshua en
el cuerpo,
para que también la vida de Yahshua sea manifestada en nuestros cuerpos.”
11
“Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por Yahshua, para que también la vida de Yahshua sea manifestada en nuestra carne
mortal.”
Santiago
2...
26 “Porque como el
cuerpo sin
espíritu está
muerto,
así también la fe sin obras es muerta.”
1 Pedro 3...
18
“Porque también Cristo padeció una vez por los injustos, para llevarnos á
Dios, siendo a la verdad muerto
en la carne,
pero vivificado en espíritu;”
¡Es
asombroso!...
¡¡Cómo se encuentran pasajes bíblicos en los cuales se
lee que lo
que muere del hombre es solo su cuerpo, su carne, y no su propio espíritu!!.
Además,
siempre, la palabra resucitar está directamente relacionada con el
cuerpo mortal y nunca, pero nunca, ¡¡al
espíritu del hombre!!.
Y esto no es porque el hombre sea solo un cuerpo con
aliento de vida y nada más, ¡no es así!, es todo lo contrario: la esencia del hombre pasa por lo espiritual y este espíritu es el que habita dentro de un cuerpo que respira.
Siempre, pero siempre, que se lee la palabra cuerpo está vinculada con lo que es la muerte.
Pero no sucede así con la palabra espíritu,
ya que ésta se relaciona con otra semántica que es la palabra duerme...
¡Es sorprendente!, pero es así: los
cuerpos son los que mueren y los
espíritus son los que duermen.
Ahora bien, como son los cuerpos los que mueren,
entonces, cuando se habla de la RESURRECCIÓN DE LOS
MUERTOS se está hablando, implícitamente, de la redención
de los cuerpos. ¿Y
con qué texto fundamentamos esta doctrina? ¡por supuesto!, con un texto de la
Biblia:
Romanos 8...
23 “Y no sólo ellas, más también nosotros
mismos, que tenemos las primicias del espíritu, nosotros también gemimos dentro
de nosotros mismos, esperando la adopción, es a saber, la redención de nuestro cuerpo.”
Examinemos
ahora y con sumo detenimiento estos dos versículos:
Romanos
8...
9 “Más vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el
espíritu de Dios mora
en vosotros.
Y si alguno no tiene el
espíritu de Cristo,
el tal no es de él.”
10
“Pero si Cristo vive en vosotros, vuestros cuerpos ciertamente están muertos a causa del
pecado, pero vuestros espíritus
viven para hacer lo que es bueno y
justo.”
Si
el espíritu de Dios (el
espíritu de Cristo) mora en vosotros (Romanos 8:9) o si
Cristo está
en vosotros (Romanos
8:10), que es lo mismo, entonces ¡¡el
espíritu (del
hombre pío) vive para hacer lo que es bueno y justo!! por
estar en gracia de Dios (Romanos 8:10).
¿Y qué es lo que aquí debe
entenderse por espíritu?, pues bien, en estos pasajes lo que vive del hombre pío
es su esencia
inmaterial dotada
de razón,
es decir, su
propia conciencia, donde se registran todos sus pensamientos y
sentimientos. Pero
estos pensamientos y sentimientos están “muertos” cuando la
esencia inmaterial del hombre (su espíritu) se encuentra en un profundo estado
de sueño.
Por lo consiguiente, de aquí se extrae, que tanto Dios Padre Yahwéh
como Dios hijo Yahshua tienen un mismo espíritu,
y éste espíritu es el
espíritu santo de Dios, que mora en el Padre como en el Hijo.
Continuemos
con 1 Tesalonicenses 4...
14 “Porque si creemos que Yahshua murió y resucitó, así también traerá
Dios con él a los que durmieron en Yahshua.”
¿Y
quiénes son los que durmieron en Yahshua? pues son los espíritus, de los hombres, que mientras estaban
despiertos en sus propios cuerpos con vida, se unieron al espíritu
de Cristo,
es decir al espíritu santo de
Cristo.
Porque todo aquel que se llene del espíritu santo (Hechos 13:52) es un verdadero hijo de Dios, que heredará la vida eterna.
Y aunque su
cuerpo tenga que morir,
el poder del espíritu de Yahwéh lo resucitará (1 Corintios 15:44), y aunque su
espíritu tenga que dormir,
el poder del espíritu de Yahwéh lo despertará (Juan:11:11).
En
cuanto al espíritu que cada hombre posee, es contundente, que éste puede unirse
con el espíritu santo de Cristo, estos son los
verdaderos hijos de Dios.
O también, el espíritu del hombre puede unirse a los
espíritus inmundos (demonios) y éstos son
los auténticos hijos del Diablo.
Ahora bien, los espíritus que
están aguardando el juicio de la resurrección de los injustos (Juan
5:29 y Hechos 24:15), no
se encuentran en el tercer cielo (2
Corintios 12:2), sino en el infierno (2 Pedro 2:4).
Todos
los espíritus malos de aquellos hombres que no se arrepintieron de sus pecados (hijos
de maldición), están
esperando ser juzgados hasta que les llegue el día (Juan 5:29 y Hechos 24:15), porque ningún espíritu
está “purgando” nada, ni en este mundo ni en el otro, ya que no hay ni un solo
pasaje bíblico que así lo manifieste.
Los espíritus inmundos o malignos son
los demonios
o ángeles del Diablo, arrojados en el infierno (2 Pedro 2: 4) y encarcelados en
sus propios pecados (1 Pedro 3:19), en
prisiones eternas (Judas 1:6). Éstos son los que andan
por sitios desiertos, buscando descanso (Mateo
12:43) y que al no encontrarlo terminan habitando
dentro del ser humano con vida (Mateo 8:28).
En conclusión, los verdaderos cristianos que
trabajan para edificar el
Reino de Dios y su Justicia,
son los auténticos hijos
de Dios;
pero los otros que no lo edifican son los
hijos del Diablo,
y éstos no irán a la bodega (ver Mateo 13:30), sino a la hoguera
(ver Juan 15:6), porque una
fe sin obras es una fe muerta,
(Ver Santiago 2:17).
Y respecto a los que no tuvieron la posibilidad de haber sido llevados hasta
Cristo, que es la mayoría de la humanidad, ¿podrán salvarse de la
condenación?... claro que sí, porque las
personas que practican la misericordia recibirán la vida
eterna,
por pura GRACIA y MISERICORDIA del Altísimo,
(ver Mateo 5:7). Pero los
que no practican la misericordia,
que son aquellos que por su propia voluntad eligen vivir así (los hijos del
Diablo), pasarán
a ser “la maleza”,
la que será atada y echada al fuego de la destrucción eterna (ver Mateo
13:30).
En
otras palabras y en un sentido amplio y general, dicho tema adquiere el
siguiente significado: Todos los seres humanos que fueron desobedientes y malvados,
y que no
se arrepintieron de sus pecados que cometieron mientras vivían, a
la hora de morir,
sus espíritus malos no pudieron ingresar al tercer
cielo (2 Corintios 12:2), del
paraíso de Dios (ver Revelaciones 2:7), porque el
paraíso de Dios, en
el tercer cielo, no es para los demonios o espíritus
malos,
sino para los
espíritus que sí se arrepintieron de sus pecados (ver Lucas 23:43). Estos espíritus
malignos, que causan toda enfermedad o dolencia (Mateo 10:1), son en
definitiva, los demonios o ángeles
del Diablo (Mateo 12:24 y 25:41). Dichos espíritus no
encuentran descanso (ver Mateo 12:43), y quedan vagando en
el infierno (2 Pedro 2:4), al no poder ingresar al
paraíso de Dios (ver Revelaciones 2:7) que se encuentra en el tercer
cielo (2 Corintios 12:2).
Existe
una gran diferencia entre los
espíritus de Adán y Eva,
y el
espíritu maligno de aquella bestia,
ya que desde que murieron las almas de Adán y Eva, sus espíritus están descansando en
el tercer cielo (2
Corintios 12:2), hasta el
día del juicio de la resurrección. Mientras que el
espíritu bestial del Diablo jamás podrá ingresar en
el tercer cielo,
porque Satanás ya está condenado para el lago de fuego y azufre, al igual que dos de sus
hijos: la
bestia y el
falso profeta (Revelaciones 20:10).
Por
lo consiguiente, cuando mueren los hijos de Dios, sus
cuerpos vuelven
a ser polvo para la tierra, pero sus
espíritus retornan
a Dios, porque él es quien lo dio (Eclesiastés 12:7). Estos espíritus descansan y duermen hasta el día de la resurrección, que
es cuando despertarán en un cuerpo
incorruptible e inmortal (1Corintios
15:42-43). De modo que ningún espíritu desciende al Sheol (Hades), sino que vuelve a Dios cuando el
espíritu es SANTO (ver
Mateo 27:50), y es despojado en el infierno cuando el
espíritu es MALO (2
Pedro 2:4).
En efecto, la
bestia física sí que existió en el Edén, pero cuando murió después, de ella solo
quedó su
espíritu,
habitando en distintos cuerpos humanos como lo hacen los
espíritus inmundos (Mateo 8:28), ya que su
cuerpo se corrompió. Y es así como se entiende que lo que entró literalmente en Judas, fue el
espíritu malo de la bestia (ver Génesis 3:1), cuyo nombre es Satanás.
Las
Sagradas Escrituras revelan que los
espíritus de
los santos muertos descansan
y duermen (1Tesalonicenses
4:13-14), y lo hacen en
el tercer cielo (2
Corintios 12:2).
Ratifico
una vez más, los que se unen con el espíritu santo de Dios, son aquellos que
pasan a ser los verdaderos hijos de Dios:
1 Juan 4...
2 “En
esto conoced el
espíritu de Dios: todo
espíritu que confiesa que Yahshsua es venido en carne es de Dios:”
Romanos
8...
14
“Porque todos los que
son guiados por el espíritu de Dios,
los tales son hijos
de Dios.”
Amén.
Tesis
Resumiendo
este trabajo llegamos a lo siguiente:
- Son pocos los
espíritus que descansan y duermen en el tercer cielo, éstos son los hijos de Dios.
- Son muchos los
espíritus que continúan despiertos, sin descanso,
éstos son los hijos del Diablo, los que unidos a Satanás, lucharán contra Miguel
y sus ángeles: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus
ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron y no hubo ya en el
cielo lugar para ellos.” (Revelaciones 12:7-8). El Diablo va aumentado el número de
espíritus inmundos con la muerte de cada ser humano que no se arrepiente de sus
propios pecados. Satanás cree que con más cantidad de espíritus malos podrá
vencer a Miguel y sus ángeles, cuando no será así, ya que los hijos del Diablo son los que irán “al lago donde el azufre arde en llamas; y allí se
quedarán, separados de Dios para siempre” (Revelaciones
21:8), mientras que los hijos de Dios viviremos junto a él eternamente
(Romanos 1:17).
Conclusión
Su espíritu, estimado lector, no es igual a mí espíritu, ni
tampoco al espíritu de un impío. Cada uno tiene un espíritu distinto (una esencia distinta), y depende solo de cómo se use el libre
albedrío para que nuestro espíritu se una con el espíritu de Cristo o bien con los espíritus inmundos del
Maligno.
Romanos
8...
16 “El espíritu de Dios se une a nuestro espíritu y nos asegura que
somos hijos de Dios.”
Bendiciones.
Miguel Marcelo
Cuadras.
“Cuando
él comenzare a tocar la trompeta,
el misterio de Dios será
consumado” (Revelaciones 10:7).
Epílogo:
Dios
quiera que para todo lector haya sido de gran edificación espiritual el
contenido de este libro, el cual fue escrito bajo la inspiración del bendito
espíritu del Señor, a quien agradezco eternamente por permitirme ser su humilde
servidor.
Quedo a la espera de vuestra
consulta. Puede hacerla a mi
correo:
marcelocuadras@gmail.com
o bien, directamente, en mis dos foros de Exposiciones y Consultas Bíblicas:
http://los-hijos-de-dios.mforos.com/
http://miguelmarcelocuadras.mforos.com/
Estimado lector:
He creído sumamente necesario anexar a mi pequeño libro dos capítulos, que no son de mi autoría, destinados a consumar el misterio profético del Altísimo.
Ud. puede publicar algún estudio bíblico y/o bien dejarnos su propio comentario en cada uno de estos dos apartados, los cuales se construyen con la participación de todos los que formamos parte de los hijos de Dios. Por ello es que le invito a hacer clic en los dos eslabones de más abajo que son
el
capítulo 6 y el capítulo 7.
Que el espíritu de Cristo sea por siempre con su espíritu. Amén.
Miguel Marcelo Cuadras,
desde Salta - Argentina.
Capítulo 6:
El falso profeta que subirá del Abismo
(La resurrección de Juan Pablo II)
.
Capítulo 7:
Los dos profetas (testigos) de Dios.